“¿Mar o montaña?” Quizás hace tiempo esta era la única duda que se planteaba quien podía permitirse disfrutar de unas vacaciones veraniegas. Pero los tiempos han cambiado mucho desde aquello. Hoy día parece que tenemos el mundo entero a nuestro alcance. Basta ponerse a ello con un poco de tiempo: los buscadores de viajes on line despliegan ante nuestros ojos vuelos baratos, cruceros, packs viaje+hotel-todo-incluido a lugares remotísimos que ni siquiera muchas veces sabemos colocar en un mapa. ¿Nepal o la Riviera Maya? ¿India o Costa Rica? ¿Los fiordos noruegos o quizás un safari fotográfico por Tanzania?. Con sólo un par de clics o tres, quien tiene la suerte de tener algo de ahorros y tiempo, puede hacerse con la posibilidad de aparecer en la otra punta del mundo durante unas semanas, y rozar una realidad muy distinta a la de su día a día para “desconectar” y sentir que ha aprovechado exóticamente su bien merecido tiempo de descanso.

Pero otras veces apetece algo más que encontrar un destino barato o exótico en el que desconectar. De hecho, lo que apetece es conectar. Vivir una experiencia más allá de lo “turístico”, que nos haga participar, implicarnos, convivir, compartir… de una forma más profunda. Son cada vez más las personas que en su tiempo de vacaciones tienen la inquietud de participar activamente como voluntarias en algún proyecto u organización local en otro país, y que buscan alguna ONG con la que embarcarse en esta aventura.

En SETEM llevamos más de 25 veranos organizando los Campos de Solidaridad. Una experiencia que no deja indiferente, y que permite a quien se anima a vivirla compartir de cerca situaciones tan diversas como pueden ser el día a día de una familia nicaragüense, el trabajo de un grupo de mujeres artesanas en el ámbito del Comercio Justo en un slum de Bombay, o la lucha cotidiana de una organización de mujeres africanas que intenta hacer prosperar sus proyectos mediante el uso de los microcréditos.

Pero la experiencia de los Campos de Solidaridad empieza bastante antes del viaje. A las personas que se acercan a SETEM interesándose en hacer un voluntariado en verano, lo primero que les comentamos es que hay unos fines de semana de formación previos a la estancia en la organización del Sur a los que deben asistir, pues son un requisito necesario para viajar.

A esta fase previa de formación, análisis, debate… le damos una importancia especial. Conocer la realidad es el primer paso para poder transformarla. En las sesiones formativas se analiza la situación global desde distintas perspectivas (derechos humanos y migraciones, desigualdad económica, crisis energética…) y se profundiza también en las alternativas existentes: decrecimiento, finanzas éticas, Comercio Justo y consumo responsable… por mencionar algunas. También en estos encuentros de formación se analizan las motivaciones que puede tener alguien antes de un viaje de este estilo y las actitudes que son necesarias para vivirlo de forma más consciente y positiva. Aquí puedes ver en qué ha consistido el ciclo de formación que este año hemos organizado en SETEM MCM.
Queremos romper con la idea que muchas veces se tiene a la hora de abordar un voluntariado de estas características. Dar la vuelta a esos “Quiero ir a ayudar”, o “quiero enseñar a hacer…”, y transformarlos en una experiencia de convivencia, aprendizaje mutuo y cambio de perspectiva.

La finalidad última de los Campos de Solidaridad es, por tanto, hacernos conscientes de que somos “agentes de cambio”. No sólo se trata de sensibilizar a quien viaja, sino de que esa persona, a su vuelta, contagie su nueva percepción de la realidad a quienes le rodean. Pasar un tiempo en un país distinto al nuestro cambia nuestra manera de ver las cosas más de lo que pensamos. Volvemos después a nuestra vida de siempre, pero mirándola con otros ojos. Y tenemos a nuestro alcance, en nuestro barrio, en nuestro día a día… muchas posibilidades de implicación en la construcción de un mundo más justo y más solidario. A reflexionar sobre esto también dedicamos un encuentro cada año en el mes de octubre. Cada grupo de voluntariado comparte la experiencia vivida, y después se genera un espacio participativo en el que plantear cómo se puede contribuir a la transformación social siendo agentes del cambio en nuestra vida cotidiana.

Para cerrar este post, te dejamos con Lourdes, voluntaria que el año pasado viajó a Nicaragua y nos contó así su experiencia:

En agosto de 2016 participé en un Campo de Solidaridad en Nicaragua. Por muy mentalizada que pensaba que iba y por mucho que me preparé, llegué allí y todos mis esquemas se vinieron un poco abajo.

Para mi fue una experiencia maravillosa en la que, ante todo, conocí gente fantástica y en la que no dejé de sorprenderme desde el minuto uno. Con esta experiencia sobre todo me di cuenta de lo que significa cooperar.

A partir de esa vivencia para mi Cooperar significa: RESPETAR, respetar las ideas del otro, sus tiempos, sus formas; DESPERTAR, despertar a una realidad totalmente diferente y desconocida ; DAR, dar todo lo mejor de ti sin reservarte nada; RECIBIR, recibir tanto… que ni siquiera puedes llegar a imaginártelo; ESTAR, estar con plena consciencia, totalmente abierta a todo para poder VER de verdad; y COMPARTIR, sobre todo compartir, compartir conocimiento, momentos, abrazos, risas, lloros… compartirlo todo. Esto y mucho más significa cooperar para mí, y para poder darme cuenta de ello he tenido que ir, volver y reposar lo vivido.”

Si quieres que te mantengamos al tanto de la próxima edición de los Campos de Solidaridad, no tienes más que escribirnos a [email protected]. Anímate y… ¡VIVE EL SUR!