El 17 abril se celebra el Día Internacional de las Luchas Campesinas, efeméride que nació con el objetivo de defender y reconocer los derechos humanos de los campesinos y de todas las personas que viven en las zonas rurales.

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado, donde las desigualdades están creciendo; por ejemplo, según un informe de Oxfam, en Latinoamérica el 1% de los propietarios acaparan más de la mitad del territorio. Además la población que vive en zonas rurales están en clara desventaja respecto a los habitantes de las ciudades; según el movimiento internacional “Vía Campesina” los derechos básicos del campesinado son cada vez más vulnerables a medida que empeora la crisis económica y ecológica, y se asiste a violaciones de derechos humanos como: la expropiación de tierras, los desalojos forzosos, la discriminación por razones de género, la ausencia del derecho a la tierra y la falta de desarrollo rural y de acceso a los medios de producción, protección social insuficiente y criminalización de los movimientos que defienden los derechos del campesinado y de las personas que trabajan en las zonas rurales.

Entre las injusticias evidenciadas por “Vía Campesina” encontramos ejemplos como el de África donde la producción y el cuidado de la agricultura es realizada por buena parte por las mujeres, pero hay poco reconocimiento de sus derechos en relación el acceso al crédito, a la información y participación en la decisión de las políticas. En Brasil, a pesar de muchos años de luchas campesinas por una reforma agraria integral, la falta de una distribución justa de la tierra persiste; además la concentración de la tierra está aumentando a medida que algunos de los agricultores afectados se ven obligados a venderlas para subsistir.

Por su parte la ONU, preocupada por dicha situación, ha incluido en su Agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), metas que ayudan a alcanzar los propósitos de la lucha por los derechos del campesinado. Entre ellas se encuentra: (1) disminuir las desigualdades entre los países, (2) un acceso más equitativo a las tierras, especialmente de las mujeres, (3) adoptar medidas para asegurar el buen funcionamiento de los mercados de productos básicos alimentarios y sus derivados, (4) aumentar el apoyo a la iniciativa de ayuda para el comercio en los países en desarrollo, (5) velar por una mayor representación y voz de los países en desarrollo en la adopción de decisiones en las instituciones económicas y financieras internacionales, y (6) aplicar el principio del trato especial y diferenciado para los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados, entre otras.

El movimiento de Comercio Justo está contribuyendo a alcanzar todas estas metas a través de su defensa y protección de los derechos de los pequeños productores del Sur; en concreto está ayudando a que las comunidades campesinas puedan acceder a mayores recursos materiales para mejorar sus vidas y para que se empoderen en el plano social, político y económico. El primer objetivo del Comercio Justo es disminuir las desigualdades entre los países del Norte y Sur del mundo, introduciendo un modelo de intercambio comercial más equitativo, a través del desarrollo sostenible y del acceso de los productores más desfavorecidos al comercio internacional, con productos de calidad.

Las organizaciones productoras de Comercio Justo vienen poniendo en marcha iniciativas que aseguran la Soberanía Alimentaria; por ejemplo han diversificado sus producciones, han facilitado el acceso a la tierra de pequeños productores, se paga un precio justo para su producción (que permite cubrir todos los costes de producción y realizar una remuneración digna a las personas trabajadoras), han dedicado parte de su producción a los mercados locales, han impulsado acciones del fortalecimiento del liderazgo para una mayor autonomía de las mujeres en el ejercicio de sus derechos y responsabilidades como asociadas dentro de las organizaciones de pequeños productores, han apostado por el cultivo de variedades autóctonas para conservar la biodiversidad y basan su toma de decisiones de forma democrática. Ello ha posibilitado un mayor empoderamiento de las comunidades productoras que han visto reducida su vulnerabilidad en relación a las exigencias e imposiciones de las compañías transnacionales. Además, la apuesta por las redes de Comercio Justo les ha permitido conseguir mejores precios por sus producciones y basar sus relaciones comerciales en principios éticos y solidarios, poniendo los derechos y las necesidades de las comunidades campesinas en la base de la negociación con los compradores internacionales.

Un ejemplo concreto lo tneemos en la cooperativa “Unión Majomut” que agrupa a 1.000 pequeños productores de café indígenas de las etnias Tzeltal y Tzotzil, en la región de los Altos de Chiapas (México) que luchan por independizarse de las estructuras estatales. El objetivo de la organización es apoyar los procesos de organización social, de desarrollo comunitario y de conservación del medio ambiente, pues los beneficios que se obtienen por las ventas del café de Comercio Justo son reinvertidos en proyectos sociales que mejoran las condiciones de vida de las comunidades productoras. Una de las principales dificultades detectadas por la organización ha sido la limitación de tierra, insumos y herramienta de los pequeños productores. Para superar esta situación Majamut ha apostado por el fomento del trabajo colectivo como reforzamiento de una práctica tradicional comunitaria permitiendo que muchos productores puedan acceder a los recursos productivos, ingresos y alimentos sanos producidos por ellos mismos; entre otros motivos ha sido posible gracias a que muchos productores de Majomut se han coordinado para facilitar a otros campesinos y campesinas sin tierra el uso de sus fincas para el cultivo de alimentos. Majomut quiere fomentar una mayor comunicación entre las mujeres con el ánimo de promover la equidad de género y romper con la presencia preponderante del hombre en los espacios de participación social.


Oxfam: “Desterrados: Tierra, poder y desigualdad en Latinoamérica”. Edita: Oxfam. Oxford, 2016. p. 23

Más información en el portal web de Vía Campesina: www.viacampesina.org

Derecho de los pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas agrícolas, pastoriles, laborales, de pesca, alimentarías y agrarias que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias exclusivas.