Nuestro proyecto del Ayuntamiento de Córdoba con la Cooperativa CEPROAA de Perú, ha organizado actividades de formación en materia de género y encuentros de mujeres campesinas para fortalecer su rol de líderes y trabajar en la reducción de las desigualdades. Natividad Delgado García, María Domitila Mego y Delicia Sánchez Risco, del Centro poblado San Juan de la Libertad son socias de la cooperativa y han participado en estas actividades. Hemos hablado con ellas para conocerlas un poco mejor y que nos relaten su experiencia en la cooperativa. En este artículo resumimos lo que nos han contado.
Lo primero que destaca Delicia es el orgullo que le reporta ser productora de cacao 100% orgánico, porque cuida su tierra y porque es apreciado en distintos países por su calidad. En este sentido, Natividad y María resaltan el esfuerzo que hacen cada día por mejorar su producto y ponen en valor la ayuda recibida del proyecto para construir una biofábrica que les ha dado acceso a fertilizantes orgánicos a mejores precios.
También están contentas por haberse reunido en Lima con otras mujeres productoras de diferentes lugares del país para intercambiar sus experiencias. Allí se han conocido a muchas mujeres como ellas y han podido comprobar cómo cada vez hay más mujeres ejerciendo liderazgo y dirigiendo negocios, fortaleciendo su percepción de que las mujeres realmente pueden salir delante de manera independiente.
Pero también son realistas y nos cuentan que aún hay mucho camino por recorrer, especialmente en corresponsabilidad de tareas en el hogar. Los roles de género siguen teniendo mucho peso, de manera que, aunque tanto el hombre como la mujer asumen responsabilidades fuera de casa, en el hogar sigue siendo la mujer la que principalmente la que asume la carga y las tareas de cuidados, lo que resulta en una doble carga para ellas.
Sin embargo, basta con oírlas hablar para darse cuenta de que estas mujeres no se rinden ni se rendirán. Ser socias de la cooperativa es parte de su identidad y una herramienta para crecer. Delicia relata cómo la cooperativa la ha servido de apoyo para salir adelante económicamente tras el fallecimiento de su esposo. Las tres mujeres comparten su satisfacción al expresar es que gracias a la venta de cacao de comercio justo han podido pagarles estudios a sus hijas e hijos.
Por su parte María destaca que acabó haciéndose socia de la cooperativa porque la convencieron de que ser socia era una manera de aprender. Las cooperativas son plataformas no sólo para vender sus productos, sino que también ofrecen diferentes oportunidades de capacitación. Para muchas mujeres del entorno rural es casi la única oportunidad cercana para seguir formándose. Ahora María forma parte del comité de vigilancia, un grupo de socias y socios que supervisa la documentación, incluidos ingresos y los gastos de forma periódica con el presidente de la cooperativa. También vigilan que los trabajos que hace la cooperativa estén bien hechos, tomando así un rol participativo y de control en la organización.
En cuanto a las futuras generaciones, ellas los animan a que no abandonen el campo y que lo cuiden protegiendo la tierra. Creen que, poco a poco el trabajo en el campo empieza a adquirir importancia y protagonismo que siempre se les ha negado a las personas productoras, y tienen esperanza en que el futuro permita un medio de vida mejor.