Un modelo sostenible que une agricultura, educación e innovación
Marcala, departamento de La Paz, Honduras, a unos 140 km de la capital del país, es uno de los municipios que mejor café produce en el país. Rodeado de montañas y a una altura superior a los 1200 metros sobre el nivel del mar reúne las condiciones idóneas para la producción de la planta de café, a pesar de los rigores y consecuencias del cambio climático que experimenta desde 2012. Además del sector agropecuario, cuenta con un gran potencial turístico al estar situada en la Ruta Lenca, denominación que alude a una serie de sitios arqueológicos y atractivos culturales, como la cueva del Gigante, muy próxima a la cascada La Estanzuela, que evidencian la presencia ancestral del pueblo lenca en la región.
La historia de Marcala y su relación con el cultivo del café data de 1866, su proximidad a El Salvador que contaba con una tradición en la comercialización del café y una serie de reformas agrícolas e incentivos promovidos por gobiernos liberales hicieron de esta una región eminentemente cafetera. Aunque son numerosas las empresas y productores que se dedican a este rubro en la región y el país, la historia de COMSA simboliza el esfuerzo del trabajo colectivo iniciado hace unos 25 años. Más allá del número de sacos destinados a la exportación y el precio de las ventas, representa una filosofía comprometida con los más de 1200 productores y productoras asociadas a la empresa y con el desarrollo socioeconómico del territorio. Durante los primeros 15 años, reinvirtieron los beneficios obtenidos en las propias instalaciones y en la educación, hoy las actividades de COMSA, además del café, incluyen un centro educativo, hoteles, elaboración de productos orgánicos como biofertilizantes, servicios de capacitación y, en proyecto, la apertura de cafeterías propias.
La fortaleza de COMSA es la comercialización de café de Comercio Justo y ecológico de calidad, con precios competitivos, y para ello disponen de un conjunto de amplias instalaciones en las que realizan todo el ciclo posterior a la cosecha que incluye desde el procesamiento hasta su comercialización (recogida del grano, procesamiento en los beneficios de café -despulpado, lavado, secado y clasificación-, tostaduría, laboratorios de catación y almacenamiento para su venta). La cuidadosa selección de los mejores granos asegura que cumplan con los más altos estándares de sabor y aroma, especialmente exigentes en la exportación, como en el caso de los microlotes de café orgánico preparados conformes a las exigencias de los clientes. Sin embargo, entre los proyectos que manejan está el de vender en el mercado nacional un café de calidad para las personas consumidoras hondureñas y desechar, precisamente, la práctica de destinar la pirracha -productos dañados o de peor condición – al mercado nacional.
Las actividades y servicios no se limitan a la producción y comercialización sino, que han desarrollado toda una filosofía, basada en sus experiencias e investigaciones, denominada las 5M: Materia Orgánica, Microorganismos de Montaña, Minerales, Moléculas Vivas y Materia Gris.

La materia gris se centra en el proyecto educativo de COMSA International School (CIS). Ana Catalina Urquía, directora del centro, muestra unas modernas instalaciones que desde la infancia y hasta la educación secundaria o media aplica las metodologías más avanzadas, como la estimulación temprana y el aprendizaje basado en proyectos, promoviendo el respeto y la curiosidad de los niños y las niñas. Este proyecto destinado inicialmente a los hijos e hijas de agricultores está abierto también a otro alumnado que asiste incluso desde poblaciones alejadas por la calidad de la educación prestada.
La importancia de no separar la producción de la educación es una preocupación constante y por ello promueven la capacitación de los productores. Por ejemplo, desde el proyecto de La Finca Humana, un modelo alternativo que apuesta por la producción orgánica mediante la formación dirigida a la sostenibilidad y la innovación, impartiendo el diplomado en agricultura orgánica denominado PATA DE CHUCHO que les capacita, entre otras cuestiones, en el manejo integrado de plagas y subproductos del café para abonos orgánicos, evitando los herbicidas e insecticidas, cultivo bajo sombras… Esta apuesta por la innovación tiene como resultado diferentes proyectos que van desde el reciclaje y transformación de plásticos para la producción de postes, utilizado en vallas y cercas, el bocachí para nutrición de los cafetales y servicios turísticos como el hotel Fortaleza.
En todo caso, la actividad principal de COMSA siempre fue la producción de café destinada a la exportación, incluyendo los cafés de especialidad que selecciona los mejores y los envía a Europa, EEUU, Japón y China. Entre los factores que contribuyeron al éxito se encuentran la creación de la denominación de origen del café de Marcala y las alianzas con entidades y sellos de Comercio Justo. En palabras de Rodolfo Peñalba, gerente de COMSA:
En el año 2008, entramos al Comercio Justo, eso va ligado a la DO Marcala que se fortalece mucho, al Símbolo de Pequeños Productores (SPP), se va formando una imagen mucho mejor de una empresa que sin ser cooperativa tiene un trato justo y una visión clara del desarrollo económico de sus socios, de las comunidades, de la responsabilidad ambiental y con las generaciones futuras a través de la educación. Tenemos mucho protagonismo a nivel de organización en el mundo con reconocimientos en Europa, Canadá y Estados Unidos, que reconocen el trabajo que COMSA hace con las personas.
En Marcala, después de que arraigará la producción de café, nos encontramos con la quinta generación que se dedica a este rubro. Después de la crisis de caída de los precios del café de finales de los años 90, las 61 personas que se aventuraron a crear COMSA en 2001 no alcanzaron a imaginar la magnitud que iba a adquirir un proyecto que es un orgullo para el país. Hoy los descendientes de quienes empezaron a producir y comercializar café en Marcala llenan de energía joven este proyecto, con una filosofía que se proyecta a largo plazo, que se prepara ante los desafíos como el cambio climático y comprometidos con el territorio y las generaciones venideras.

