Según un informe del 2011 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las mujeres constituyen más del 40% de la fuerza laboral agrícola de los países en desarrollo, cifra que oscila entre aproximadamente un 20% en América Latina y un 50-60% en África y Asia. Sus funciones varían de una región a otra y también dentro de cada una de ellas: se ocupan de la producción de cultivos, el cuidado de animales, la elaboración y preparación de alimentos, el trabajo asalariado en empresas rurales, el cuidado de los miembros de la familia, etc. Muchas de estas actividades no se definen como “empleo económicamente activo” y por eso estas mujeres no reciben ningún ingreso, pero todas ellas son esenciales para el bienestar de los hogares rurales y para el mantenimiento de la vida.
En todo el mundo las mujeres y las niñas sufren de discriminaciones y violencias. En los últimos años, la ONU ha tratado estos temas varias veces, de hecho uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, acordados el 25 septiembre 2015 en la Asamblea de Naciones Unidas, fue el de “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”. En los últimos años se han producido avances en relación a la equidad entre géneros. Aunque todavía queda mucho por hacer, este objetivo marca una línea de acción y promueve acciones concretas en materia de Equidad de Género. En los últimos años se han producido avances importantes para mujeres y niñas en acceso a la educación, atención médica, trabajo decente y representación en los procesos de adopción de decisiones políticas y económicas.
Una de las luchas del Comercio Justo es promover la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres. El Comercio Justo impulsa acciones para fortalecer el liderazgo y la autonomía de las mujeres en el ejercicio de sus derechos y responsabilidades dentro de las organizaciones productoras y de personas trabajadoras. Las organizaciones de Comercio Justo:
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No pueden discriminar por razón de género o estado civil.
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Garantizan la ausencia de violencia hacia las mujeres
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Tienen que incorporar a mujeres y jóvenes en los procesos formación sobre negociación y estrategias de mercados.
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Tienen que adoptar políticas de crédito adaptadas a las necesidades de las mujeres y jóvenes, como una acción positiva para potenciar su acceso a la producción.
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Garantizan el acceso de las mujeres a bienes productivos como la tierra, asesoría técnica, gestión de financiamiento para la producción.
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Facilitan la existencia de espacios de participación para las mujeres en las organizaciones y acceso a cargos de decisión.
Todos estos principios han permitido a las mujeres que trabajan en las cooperativas de comercio justo, ver reconocidos sus derechos, tomar conciencia de la importancia de su papel en la sociedad y ocupar puestos importantes en las escalas jerárquicas de la empresa, a la par que equilibrar mucho mejor con los hombres todos los trabajos de cuidados de la vida.
Según la declaración de Sunil Chitrakar, director de la organización de Comercio Justo Mahaguthi en Nepal “He observado muchos cambios en la vida de estas mujeres después de empezar a trabajar con nosotros. Primero en su nivel de confianza, que aumenta muchísimo. De repente son capaces de negociar sus derechos tanto en casa como fuera de casa. Desde el punto de vista de la toma de decisiones, la mujer pasa de tener que aceptar las decisiones que toman otros a adoptar las suyas”.
Sobre este tema se puede añadir también la experiencia de Nancy Hernández, jefa de control de calidad de café en COMUCAP en Honduras “Lo que quiere COMUCAP es demostrar que las mujeres podemos hacer estos trabajos. En esto, creo que mi experiencia ha sido importante porque soy gerente de mi propia empresa. Soy de las pocas mujeres en Honduras que trabajo en un puesto así y como jefa de control de calidad del café. He luchado mucho para ello y creo que mi ejemplo puede servir y demostrar que nosotras podemos conseguirlo”4.
Por todo ello podemos afirmar que el Comercio Justo contribuye a mejorar el papel de las mujeres en sus comunidades y sociedades, siendo ello una forma de contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 marcada por Naciones Unidas.