Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Soberanía Alimentaria el 16 de octubre, desde IDEAS queremos compartir la entrevista que realizamos a la escritora y veterinaria cordobesa María Sanchez en el marco del proyecto Enrédate en tu barrio, financiado por el Ayuntamiento de Córdoba.

El Comercio Justo se ve transversalmente impregnado por los principios de la Soberanía alimentaria, por el derecho de los pueblos a decidir qué y cómo cultivar, a través del respeto y cuidado hacia su territorio, conservando semillas locales y saberes agrícolas ancestrales. Derecho a decidir qué comer y cómo relacionarse en la comercialización, alejada de las influencias del mundo globalizado; que garantice a las personas consumidoras la transparencia y la justicia en todo el recorrido del producto.

Durante la pandemia se evidenció la necesidad de reforzar estos derechos y asegurar mantener cadenas agroalimentarias sólidas, transparentes y justas. Por ello quisimos enredarnos con María, conversar con ella en cómo había afectado la pandemia a la Soberanía Alimentaria y en cómo veía ella la salida hacia esta “nueva normalidad” que ahora transitamos.

María es veterinaria y trabaja con razas autóctonas en peligro de extinción, defendiendo otras formas de producción y de relación con la tierra como la agroecología, el pastoreo y la ganadería extensiva.

Es premio FADEMUR 2019 de Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) por su lucha por las mujeres rurales, Córdoba en Igualdad 2020 en la categoría arte y cultura de la Diputación de Córdoba y Premio Artes y Letras 2021 de la Fundación Princesa de Girona por su labor como poeta, escritora y activista en defensa de la cultura rural, y especialmente del papel olvidado de las mujeres en el campo.

La pandemia del coronavirus ha ocasionado una convulsión mundial del sistema global en el que vivimos, ¿cuál es tu percepción personal del momento que estamos viviendo? Causas, consecuencias, oportunidades.

Durante el confinamiento, no dejaba de darle vueltas al concepto del pachakutik. Silvia Rivera Cusicanqui habla del pachakutik para referirse a esos segundos en los que la tierra tiembla debido a un proceso de acumulación profunda del pasado. Y esos temblores siempre provocan catástrofes. Pero es en las nuevas fracturas que resultan de la convulsión donde se generan nuevos y diferentes espacios que contemplan diversos presentes llenos de posibilidades y opciones, trayendo la rotura consigo la oportunidad de regenerar y zarandear lo inmutable. Creo que en estas brechas pueden precipitarse segundos de lucidez, en los que no pasa nada por reconocernos vulnerables y nombrarnos frágiles y dependientes no solo entre nosotros, sino también de los demás elementos y seres que forman parte de nuestro planeta. Toca ahora plantearnos de qué «normalidad» venimos, cuestionarnos y reimaginar hacia qué «normalidad» queremos ir. Y también, no debemos olvidar que puede haber otros escenarios. Debemos prepararnos para hacer frente a la posibilidad de un futuro impuesto que no priorice, entre otros aspectos, la sostenibilidad ni la interdependencia.

Pero es en las nuevas fracturas que resultan de la convulsión donde se generan nuevos y diferentes espacios que contemplan diversos presentes llenos de posibilidades y opciones, trayendo la rotura consigo la oportunidad de regenerar y zarandear lo inmutable.

¿Qué cuestiones deberíamos repensar como sociedad? ¿Qué nuevas preguntas debemos formularnos como consumidoras/es? ¿es posible un nuevo modelo agroalimentario que integre los valores del Comercio Justo?

Muchísimas. Desde la forma en la que nos relacionamos, vivimos, nos comunicamos, nos alimentamos. Creo que debemos repensar el sistema en el que estamos inmersos y que va contra la vida. Un sistema económico que pone en el centro el dinero y la producción, un sistema hiperextractivista que contamina y mata, que precariza, que explota, que enferma. Y por supuesto, no debemos olvidar el sistema alimentario actual. Hablamos de pandemia con el covid-19. ¿Pero nos hemos olvidado del hambre? Vivimos en un planeta donde se siguen muriendo personas por el hambre. Este sistema alimentario, no tiene en cuenta la diversidad de cada territorio, solo se basa en la producción. Un sistema nada justo ni sostenible: se producen un 60 por ciento más de alimentos de los que se necesitan mientras más de 800 millones de personas siguen pasando hambre. A esto sumemos los alimentos que nos enferman y el oligopolio mundial en la producción y destrucción de los alimentos y semillas. Por lo tanto, para mí es vital y clave que un nuevo modelo agroalimentario integre también los valores de comercio justo. 

Hablamos de pandemia con el covid-19. ¿Pero nos hemos olvidado del hambre? Vivimos en un planeta donde se siguen muriendo personas por el hambre. Este sistema alimentario, no tiene en cuenta la diversidad de cada territorio, solo se basa en la producción. Un sistema nada justo ni sostenible

¿Qué papel ocupa la mujer rural en una reconstrucción con justicia después de la pandemia? ¿Y la vida en el campo? Hacia dónde caminar en el mundo rural.

Un papel clave. Según la FAO, las mujeres producen entre el 60 y el 80 por ciento de los alimentos de los países en desarrollo y la mitad de los de todo el mundo. No obstante, hasta hace relativamente poco no se empezó a reconocer su papel clave como productoras y suministradoras de alimentos y su contribución fundamental a la seguridad alimentaria del hogar. Los estudios de la FAO también confirman que la mujer, pilar de la agricultura de pequeña escala, del trabajo campesino y de la cotidiana subsistencia familiar, tiene mayores dificultades que el hombre a la hora de acceder a recursos como la tierra y el crédito y los insumos y servicios que aumentan la productividad. Pienso también en todo el trabajo que se está haciendo desde nuestros medios rurales, en colectivos, asociaciones y grupos feministas, luchando y trabajando por la soberanía alimentaria y un medio rural vivo, diverso y feminista. En este sentido, me gusta muchísimo el trabajo que desempeñan las mujeres del colectivo Etxaldeko Emakumeak y la revista Soberanía Alimentaria.

¿Estaría la sociedad actual a la altura de este nuevo modelo agroalimentario? ¿Qué debería cambiar en nosotras, nuestra organización social y las ciudades para generar sociedades más justas?

No dejo de pensar en cómo la propia ciudadanía, en la pandemia, en el confinamiento, desde abajo, se organizó y puso remedio a todas necesidades a las que las administraciones y políticas públicas no llegaban. Mira todos los movimientos y luchas y creo que se organizan y luchan por un mundo mejor y creo que sí, que se está a la altura. Creo que deberíamos preguntarnos quiénes no lo están y quienes siguen perpetuando este sistema, en tiempos de urgencia climática y pandemias, que no funciona y que nos pone en peligro al planeta y a todos sus habitantes.