Sobre la exposición
En el corazón de los Andes, las mujeres indígenas de Chimborazo sostienen la vida y la economía local
con su trabajo, su creatividad y sus saberes ancestrales. Son guardianas de la biodiversidad, de las semillas
nativas y de una relación respetuosa con la tierra, algo imprescindible para repensar nuestro propio futuro.
A través de sus chakras, esas huertas andinas donde se entrelazan alimento, cultura y espiritualidad, las mujeres indígenas aseguran el sustento de sus familias y preservan un conocimiento milenario sobre el cuidado del territorio. En sus comunidades, el trabajo cotidiano es también un acto político: una forma de resistencia frente al olvido y la pérdida de identidad.
El proyecto de cooperación “Mujeres indígenas de Chimborazo, protagonistas del desarrollo sostenible de sus comunidades”, impulsado por la cooperativa IDEAS y financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID), ha acompañado a más de 300 mujeres de la provincia ecuatoriana de Chimborazo. A través de una red de productoras, el impulso de emprendimientos locales y la formación en técnicas agroecológicas, el proyecto ha fortalecido su autonomía económica y liderazgo social, contribuyendo a que puedan ejercer sus derechos y decidir sobre su futuro.
En estas montañas de volcanes y nieves eternas, las mujeres tejen redes, comparten saberes y se reconocen como protagonistas del cambio. Diversas en edad e historia, pero unidas por un mismo propósito: cuidar la vida en todas sus formas. Su ejemplo nos recuerda que existen otros modos de habitar el mundo, más solidarios y conectados con la naturaleza.
Esta exposición muestra algunos de sus rostros y celebra su fuerza, su dignidad y su esperanza colectiva, impulsada por la solidaridad andaluza.
Ellas son mujeres como la luz.
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Rosa Lluco y Rosa Suela de la Asociación de Mujeres Yurak Sisa. Este colectivo articula a mujeres indígenas kichwas del cantón de Guamote para producir artesanalmente quesos y yogures, dándole valor añadido a la leche de sus animales. El queso producido es una fuente de proteínas y calcio que fortalece la soberanía alimentaria local. La fábrica de lácteos dinamiza la economía con la compra de leche a los hogares vecinos y empodera económica y socialmente a las mujeres rurales, promoviendo autonomía y liderazgo. El proyecto apoya a Yurak Sisa a establecer puestos de venta para sus quesos y a controlar los costes y beneficios de su emprendimiento. |
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Betty Pagalo, de la comunidad de San Francisco de Cunuguachay, es productora de verduras ecológicas y quinoa, y también trabaja como promotora agrícola formada por el proyecto. Su misión es aconsejar y transferir los conocimientos adquiridos en las formaciones a los hogares vecinos de su comunidad para que realicen mejores prácticas agrícolas, diversifiquen sus cultivos y se adapten mejor al cambio climático. Su labor impulsa la producción sostenible y el empoderamiento de las mujeres campesinas en la región. Betty es una joven líder que también participa activamente en la red «Mujeres como la luz». |
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Jenny Lemay, del emprendimiento Tandalla Warmis, elabora yogures, galletas y bebidas a partir de mashwa, un tubérculo andino. Su trabajo combina tradición e identidad kichwa con innovación y sostenibilidad. Jenny y su grupo de emprendedoras han sabido transformar un cultivo tradicional para darle valor añadido y crear un negocio propio. Además, Jenny es una de las voces más jóvenes y fuertes de la red «Mujeres como la luz». Ella representa el relevo generacional en la transmisión de saberes, en un esfuerzo por mantener viva la vida en el campo y por avanzar en el derecho a la igualdad para las mujeres rurales. |
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Dolores Yautibug, de la comunidad productora de Quinoa Calancha en Colta, Chimborazo (Ecuador). Trabaja en la quinua, un grano con grandes propiedades nutritivas que fue la base de la alimentación de las civilizaciones andinas durante siglos, y aún hoy, es el principal cultivo de la región. Dolores ejemplifica cómo el trabajo de las mujeres sostiene la producción agrícola local. Por eso, son mujeres como ella las principales defensoras del territorio, guardianas de las semillas que luchan por mantener sus cultivos de forma sostenible, protegiendo las variedades locales y el medio ambiente. |
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Juliana Galarza, de la Comunidad Mercedes Cadena, y Presentación Yasaca, de la parroquia Palmira, sonríen en un encuentro de «Mujeres como la luz«, la red de apoyo mutuo creada con el respaldo de la solidaridad andaluza, que busca promover la participación de las mujeres en las políticas locales por la igualdad y contra la violencia de género en su territorio. Esta red propicia espacios de sororidad seguros, donde las mujeres de la región pueden establecer vínculos, compartir sus retos y experiencias de vida en ocasiones difíciles, debido a la violencia y la discriminación. El trabajo de la red contribuye a fortalecer la identidad y la autoestima de las mujeres y capacitarse para ejercer liderazgo en sus comunidades. |
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Presentación Yasaca, de la parroquia Palmira (Guamote), es productora de artesanía tradicional indígena. Sus manos crean piezas de vestimenta y adornos tradicionales, mezclando creatividad y patrones ancestrales. Frente a la industria textil globalizada y contaminante, su trabajo contribuye a preservar la identidad cultural de las comunidades de su territorio. El proyecto ha ofrecido a Yasaca y a otras mujeres emprendedoras formación en técnicas de venta, tanto en mercados locales como en redes sociales como WhatsApp, para llegar mejor a potenciales clientes. |
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Cinthya Guashpa y Anabel Naula son alumnas de la Unidad Educativa Comunitaria Batalla de Tiocajas. Este centro, ubicado a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar, enseña a las nuevas generaciones a cuidar de forma sostenible sus fincas y animales con prácticas agroecológicas. El proyecto ha puesto en marcha un concurso en el que el alumnado, con la ayuda de sus profesores, deberá presentar propuestas de emprendimiento. Las iniciativas ganadoras recibirán fondos para que el alumnado pueda ponerlas en marcha. |
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Productora de quinoa en Calancha, provincia de Colta, observando sus cultivos. La quinua, cultivada en esta región andina a más de 3.000 metros de altitud, es un grano de alto valor nutritivo que juega un papel destacado en la economía y en la dieta local. Pero la quinua cada vez tiene mas demanda en distintos países. Gracias a la solidaridad andaluza, 100 hogares han recibido acompañamiento técnico para renovar la certificación orgánica de su producción y poder vender así su quinua orgánica internacionalmente. Además, las productoras de esta exposición forman parte de redes internacionales de Comercio Justo, que les permiten recibir un precio más alto y justo por su producto. |
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El mercado de Guamote, en Chimborazo, es uno de los más importantes de la Sierra ecuatoriana y se celebra cada jueves. Este espacio permite a las pequeñas productoras vender papas, maíz, habas, hortalizas y frutas, junto con ganado, artesanías y textiles directamente sin intermediarios. El proyecto apoya la consolidación de sus puntos de venta en este mercado, pero también las ayuda a abrir nuevos puestos en espacios innovadores, como el campus de la Universidad Politécnica del Chimborazo, donde ofrecerán sus productos a miles de miembros de la comunidad universitaria. |
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Laura Guzmán, de la comunidad de Nitiluisa (cantón Calpi), trabaja en su chakra agroecológica, un sistema ancestral andino de cultivo que integra alimentos, plantas medicinales y saberes comunitarios en armonía con la naturaleza. El proyecto ha dotado a 304 fincas, como la de Laura, con nuevas semillas y tubérculos nutritivos y adaptados al ecosistema con el objetivo de diversificar los cultivos y mejorar la soberanía alimentaria en los hogares campesinos. Gracias a ello, las familias han enriquecido su alimentación y han hecho sus huertos más resistentes al cambio climático. |
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Carmen Valeria Apugllón, alumna de la Unidad Educativa Comunitaria Intercultural Bilingüe Atahualpa, aprende el cuidado de cuyes. En la Sierra centro del Ecuador, el cuy es un alimento tradicional de gran valor nutricional; su crianza y aprovechamiento forman parte de la formación que recibe el alumnado. El proyecto ha aportado la infraestructura necesaria para capacitar al alumnado en técnicas sostenibles de cuidado de huerta y ganado, con el objetivo de poder trasladar estos saberes también a las familias y a la comunidad. |
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Leonor Guamán, productora ecológica y vendedora en el mercado de verduras de Guamote. Las mujeres productoras habitualmente cumplen con una triple responsabilidad ya que se encargan, no solo de cultivar, sino también de vender lo que producen y de realizar los cuidados del hogar. Participando en «Mujeres como la Luz», las mujeres productoras tratan de superar juntas sus retos diarios a través del apoyo mutuo. También se capacitan en como gestionar sus negocios y cooperan para vender sus productos en el mercado. |
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Marlene Borja, lideresa de la red Achikshina Warmikuna. Pertenece a la red de mujeres indígenas y, además, es presidenta del Consejo Consultivo de Pueblos y Nacionalidades Indígenas, un espacio institucional reconocido por la Constitución ecuatoriana que promueve la participación de pueblos indígenas, afroecuatorianos y montubios en políticas públicas. A nivel local, también ha formado parte de la red «Mujeres como la luz» y, junto a sus compañeras, ha presentado tres propuestas a las autoridades locales para mejorar las políticas de igualdad de género y prevención de la violencia contra las mujeres en su territorio. |
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Magdalena Patarón, productora ecológica y vendedora en el mercado de verduras de Guamote. El proyecto ha apoyado a mujeres como Magdalena poniendo en marcha campañas locales en favor de una alimentación sana con productos de cercanía. Entre las actividades de sensibilización extendidas en los cantones Colta, Riobamba y Guamote, se han representado dos obras de teatro en ferias y centros educativos para dar valor a la producción local, al trabajo de las mujeres y al consumo soberano de alimentos ecológicos. |
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Celia Banshuy, de la Asociación de Mujeres Yurak Sisa en la comunidad de Guamote, participa activamente en la red de mujeres productoras indígenas «Mujeres como la luz», apoyada por el proyecto. Esta red fortalece la sororidad y la autonomía personal y económica de las mujeres indígenas, promoviendo colaboración y liderazgo colectivo de las mujeres en sus comunidades. “Vengo de una situación de violencia muy grande y, a través de la red, he aprendido a trabajar en mi autoestima y a liderarme yo misma”. |
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Elena Coro y Marianita Lema, integrantes de la Red Provincial de Mujeres Achikshina Warmikuna (“mujeres que caminan juntas”). Ambas forman parte también de «Mujeres como la Luz». A través de la puesta en común de sus preocupaciones y alegrías, mujeres indígenas de todas las edades encuentran un lugar en el que repensar su futuro, generar vínculos e imaginar caminos para reducir las brechas de género. “Esta experiencia me transformó profundamente. Comprendí que no es suficiente con denunciar, también es necesario proponer, vigilar y exigir el cumplimiento de nuestros derechos”, Elena Coro. |
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Rosa Zolila Ayol, de la Asociación de Mujeres Yurak Sisa (Flor blanca) en la comunidad de Santa Cruz, es productora de queso fresco y hortalizas. Gracias al apoyo de la solidaridad andaluza, las productoras tienen un puesto fijo en el mercado y han mejorado sus habilidades de venta al público: “Ya no nos da vergüenza, ahora vendemos todo lo que producimos”. |
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Aida Moina, técnica social de la Fundación Maquita, ha sido la responsable de poner en marcha la red «Mujeres como la luz» y de guiar su trabajo colectivo, siempre con el apoyo de los fondos de cooperación de la Agencia Andaluza. Con más de 20 años de experiencia trabajando con las mujeres indígenas de Chimborazo, su labor se centra en el empoderamiento de mujeres de todas las edades, favoreciendo su autonomía económica y su participación social y política. «Los gobiernos comunitarios deben pensar que la justicia indígena es también su responsabilidad, y el papel de las mujeres indígenas lideresas que salen de estos procesos va a ser fundamental para lograrlo». |
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Rosita Yautibug, de la comunidad productora de Quinoa Calancha, provincia de Colta, es una de las 45 mujeres que han recibido formación a través de talleres para conocer tecnologías de adaptación al cambio climático dentro del modelo de Chakra Andina Agroecológica y poder compartirlas con otras personas en su comunidad. Además, el proyecto ha construido 10 fincas demostrativas con tecnologías que permiten cultivar hortalizas a gran altura acompañadas de sistemas de recolección de agua que servirán de modelo y podrán replicarse en las fincas vecinas, permitiendo diversificar los cultivos y favorecer la soberanía alimentaria en sus comunidades. |
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Juana Guamán, de la comunidad Cumandá El Molino en Guamote, situada a más de 3.000 metros de altura y rodeada de campos agrícolas. Junto a sus vecinas, ha formado una cooperativa integrada mayoritariamente por mujeres que cultivan quinoa, verduras y hortalizas, además de criar animales para el autoconsumo. “Gracias a este proceso, estoy cambiando mi forma de actuar en comunidad; ya no guardo silencio ante la injusticia. Ahora sé cómo movilizar a otras mujeres para que se sumen”. |





















