En el Día Internacional de la Mujer queremos mostraros a tres mujeres que decidieron ejercer la solidaridad desde sus barrios, comercios y cultivos. Ejemplos que nos hacen tomar consciencia de cuáles son los métodos de producción y sus impactos y de que realmente podemos poner la vida en el centro para generar una nueva economía basada en relaciones más justas. Hemos entrevistado a una productora de Comercio Justo, una directiva de una empresa de alimentación y una vecina de un barrio de Córdoba. Cada una de ellas ha vivido la pandemia de forma diferente y, desde sus particularidades, nos cuentan su experiencia en este último año y lo que les gustaría visibilizar en este 8M.
Enredarnos para caminar hacia una normalidad en la que nadie quede atrás
Son muchos los espacios en los que imaginamos y debatimos sobre cómo será la “nueva normalidad”. En IDEAS estamos seguras de que si queremos aprovechar esta nueva oportunidad debe ser sostenible, justa y feminista. Para ello es imprescindible reforzar la solidaridad y el apoyo comunitario en lo local para, desde ahí, trasladarlo al mundo entero.
En los últimos años el 8 de marzo, las luchas y movilizaciones de las mujeres, han puesto en el centro la sostenibilidad de la vida, evidenciando que nuestro sistema económico y social, ahora llamado “vieja normalidad”, existe a costa de la naturaleza y de los cuidados que ejercen sobre todo las mujeres.
La pandemia del COVID-19 ha sido otro ejemplo más de esto. Además de los efectos que ha tenido sobre la economía formal, la pandemia ha afectado a los espacios donde se resuelve la vida a través de trabajos de cuidados: los hogares, los centros escolares, los centros de salud, los centros para personas mayores, etc., intensificando y precarizando aún más la situación de las mujeres de todo el mundo.
Ante las perspectivas que advierte Naciones Unidas, en las que se calcula que el coronavirus llevará a 207 millones de personas más a la pobreza extrema en 2030, y aumentará el número de mujeres pobres en otros 102 millones, debemos plantearnos ¿cómo queremos construir la “nueva normalidad”?.
Soluciones feministas frente a la pobreza
Durante el confinamiento, y mientras el lema “quédate en casa” imperaba, personas y colectivos decidieron organizarse a través de redes de apoyo vecinales para distribuir alimentos entre las personas más necesitadas de los barrios. Surgieron así numerosas iniciativas de comercios que llevaban la compra a personas mayores o enfermas, apoyo psicológico para las personas vulnerables, etc.
Entre las productoras de Comercio Justo, se tomaron medidas para minimizar los efectos de la crisis, actuando desde los valores y principios del Comercio Justo. Mantener el pago a todas las personas; distribuir el pago de la prima entre las socias; proporcionar apoyo logístico y financiero a las entidades de solidaridad; o cambiar su actividad para producir mascarillas y gel hidroalcohólico fueron algunas de las acciones desarrolladas.
Desde IDEAS, queremos mostraros hoy a tres ejemplos de mujeres que contribuyen a construir una economía sostenible, justa y solidaria para que nos inspiren y nos ayuden a imaginar un futuro en el que nadie se queda atrás.
¡Conócelas e inspírate!
Mariló, vecina del Sector Sur de Córdoba
Miembro del Consejo de dirección del distrito
El Sector Sur de Córdoba es un distrito que cuenta con familias muy empobrecidas y en el que las vecinas decidieron organizarse para facilitar el acceso a alimentos, medicamentos y productos de higiene durante el confinamiento.
“Simplemente éramos tres mujeres preocupadas por la falta de abastecimiento a las familias más vulnerables del barrio que decidimos colaborar en la medida de lo posible.”
Entrevista Completa
¿A qué entidad/organización/colectivo perteneces? ¿Dónde está y a que os dedicáis? ¿Cuántas mujeres formáis parte de ella? Somos tres mujeres que, aunque pertenezcamos a asociaciones o colectivos diferentes, en pleno confinamiento nos unimos a título personal, sin representar a nada ni a nadie, solo a nosotras mismas para paliar la falta de acceso a unas necesidades básicas de algunas familias de nuestro distrito.
Las tres pertenecemos al Consejo de distrito, estamos actualmente en la directiva del mismo, a su vez Emilia es la representante de cultura, miembro de la casa de la ciudadanía, vicepresidenta del consejo y presidenta del CS Rey Heredia, Charo es representante de la Asociación Vecinal La Unidad y tesorera del consejo y yo representante colectivos sociales, pertenezco a Nubia y soy miembro de la casa de la ciudadanía y actual presidenta del Consejo.
¿Cómo ha afectado a vuestro colectivo la pandemia del Covid-19? ¿Y al barrio? La pandemia, y sobre todo el confinamiento, fue un golpe muy duro para todos los colectivos y asociaciones del distrito, se quedó todo paralizado. No podíamos salir a la calle a reivindicar y la única forma que teníamos era a través de los medios de comunicación. Fuimos de los distritos más reivindicativos de la ciudad, porque la pandemia nos afectó gravemente, ya veníamos sufriendo una gran crisis económica que se estaba viendo agravada.
Lo peor de todo fue el confinamiento, miles de familias del distrito fueron al ERTE, paro o simplemente a no percibir ningún ingreso puesto que vivían de la economía sumergida. Las mujeres son las que más lo han sufrido, muchas de ellas trabajaban en casas particulares y al no poder salir no recibían ninguna remuneración económica. Esto hizo que muchas de estas familias que no habían acudido nunca a los servicios sociales ahora tuvieran que demandar algún tipo de ayuda, con lo cual, estos servicios se saturaron, colapsaron y no llegaban a tiempo para apaliar estos problemas, sobre todo abastecimiento de alimentación.
Un distrito con cuatro barrios que ha sufrido de muy cerca la falta de alimentos, ayudas etc. Gracias a la solidaridad de las personas, de algunos colectivos, se pudo ayudar como se pudo, aunque no se llegaba a toda la población.
El número de familias en riesgo o vulnerabilidad aumentaron notablemente.
Denunciábamos la falta de apoyo al pequeño comercio o a las empresas públicas mientras se incentivaban entidades que necesitan del trabajo de voluntariado cuando era competencia del gobierno local solventar estas deficiencias creando puestos de trabajo o reforzando con personal las delegaciones del ayuntamiento.
La ciudadanía necesitaba en esos momentos respuestas y soluciones inmediatas, pero tanto las repuestas como las soluciones se alargaban en el tiempo.
¿Qué papel habéis jugado a la hora de apoyar a las familias más vulnerables del barrio? Simplemente éramos tres mujeres preocupadas por la falta de abastecimiento a las familias más vulnerables del barrio que decidimos colaborar en la medida de lo posible.
¿Y el vecindario? ¿Qué más acciones de solidaridad han surgido en el Sector Sur? ¿Crees que se han generado relaciones de apoyo y solidaridad en el barrio?
Algunas vecinas/nos, en el momento que conocieron nuestra iniciativa, se prestaron a ayudarnos como podían, bien económicamente, bien rebajando los precios en las compras que hacíamos o incluso aumentando las bolsas. Creo que demostramos la gran solidaridad que puede surgir en momentos tan difíciles.
Se generaron grupos de apoyo para reparto o recogida alimentos, los comedores escolares entregaban la comida que sobraba para repartirla también. Hubo iniciativas solidarias que aún ahora existen por parte de un grupo de alumnado del IES Averroes, así como el CS Rey Heredia y su reparto semanal de alimentos, productos de higiene, etc., antes, durante y después del confinamiento.
¿Gracias a qué factores crees que se han generado estas iniciativas?
A la empatía de las personas, a la conciencia social y porque entendíamos que si la administración no llegaba alguien tenía que actuar más rápido. La solidaridad en estos momentos era más necesaria que nunca.
¿Consideras que en las medidas de apoyo a las familias del Sector Sur se ha mantenido una perspectiva feminista?
Por su puesto por nuestra parte si, nosotras teníamos claro cuáles eran las prioridades que se debían tener en cuenta. Por parte de la administración no creo que fuera tan visible o se tuvieran tanto en cuenta.
¿Está teniendo la mujer del Sector Sur especiales dificultades durante esta crisis? ¿Cuáles?
Muchísimas, más del 60% de la atención en servicios sociales a nivel ciudad han sido de mujeres del distrito sur.
Los colegios estaban cerrados durante el confinamiento, no se podía conciliar, salir a trabajar. Se agrava el tema de mantener los cuidados y ahora que podemos salir a la calle, continuamos con esta crisis no solo sanitaria sino también social y económica, donde siguen siendo las mujeres las más perjudicadas.
Y en general, ¿cómo crees que ha afectado la pandemia a las mujeres y al feminismo?
Es un perjuicio total al tener que asumir empleos más precarios en las clases sociales más bajas, sin posibilidad de entrar en ERTES al no estar contratadas legalmente. Además de ser el sostén psicológico, por regla general, de las familias, y teniendo que lidiar con un confinamiento muy complicado tanto para nuestros descendientes como ascendientes, con todo lo que ello implica.
Por no hablar del aumento de los casos de maltrato. En toda esta pandemia ha aumentado la violencia contra las mujeres. El confinamiento aviva la tensión y el estrés generados por preocupaciones relacionadas con la seguridad, la salud, trabajo, y el dinero. Asimismo, refuerza el aislamiento de las mujeres que tienen compañeros violentos, separándolas de las personas y los recursos que mejor pueden ayudarlas. Es la situación perfecta para ejercer un comportamiento controlador y violento en el hogar.
En cuanto al feminismo en general, me pareció tan injusto que se criminalizara nuestro movimiento, culpandonos de los contagios…cuando había precedentes de los días anteriores de mítines, partidos fútbol, eventos masivos, etc. Y no se ha aludido a ellos, el Gobierno si se pronunció. No es el movimiento feminista el responsable de esta guerra biológica. El feminismo lucha por promover una sociedad cohesionada que se asienta en firmes principios democráticos y, además, sin él la democracia es incompleta.
¿Se puede ejercer la solidaridad a través de un consumo responsable?
Por supuesto que sí. El consumo responsable es también una forma de ahorro, ya que nos permite, como sociedad, evitar una serie de gastos que, de lo contrario, traerán consecuencias económicas imprevistas, sobre todo para aquellas personas/ familias que viven en entornos más vulnerables.
Además, reutilizando, reciclando y donando todo aquello que ya no vayamos a utilizar damos una segunda vida a los productos y entendiendo que estando en buen estado puede servir a otras personas. Esto ya lo hacemos en Sur, tenemos una lista de difusión que funciona perfectamente.
¿Qué te gustaría visibilizar este 8 de marzo?
La lucha y la reivindicación por la causa de las mujeres. Que todo el mundo tenga conocimiento de lo que significa este día y que por supuesto no es un día festivo ni de celebraciones. Y por supuesto visualizar la eterna falta de equidad social. Esto no son temas que debamos sacar solo un día al año.
Que se reconozca el feminismo por lo que es y por lo que significa. Un movimiento pacífico que lucha por la igualdad y que no va en contra de nadie. Somos conscientes de que aún queda mucho por avanzar y es triste, tenemos clarísimo que la concienciación y la educación son las únicas armas posibles para el cambio. Es triste como decía que en pleno S. XXI tengamos que seguir reivindicando y trabajando por los derechos de las mujeres, entender que somos personas, que queremos una vida digna, donde cabemos todas y todos, donde cabe la diversidad.
Es triste que sigamos luchando contra la gran lacra social como es la violencia de género. Por eso espero que algún día esto acabe y las generaciones futuras sepan reconocer el 8 de marzo por lo que es y lo que significa.
Carmen, gerente de una cooperativa de alimentación
Gerente de Almocafre
Almocafre es una cooperativa cordobesa de productoras y consumidoras que busca cambiar los modelos de consumo para favorecer el acceso a la población cordobesa a alimentos locales, ecológicos y de Comercio Justo. Durante la cuarentena realizaron donaciones de alimentos a colectivos para su distribución entre las vecinas y vecinos de Córdoba que los necesitasen.
“La pandemia ha incrementado el volumen de trabajo en almocafre, ha sido un momento en el que la sociedad ha hecho un cambio en la mirada a favor de la salud y el medio ambiente”
Entrevista Completa
¿Qué es Almocafre? Almocafre es una cooperativa de consumidor@s y de productor@s de ecológico, que nació en 1994 como proyecto sin ánimo de lucro. Inicialmente como asociación y posteriormente se constituyó cooperativa (1999). En el proyecto estábamos unid@s productor@s y consumidor@s así como elaborador@s
¿Dónde está y a que os dedicáis? Estamos en Avenida de los Custodios número 5, frente a la Jefatura de la Policía Local, y próximamente en Antonio Maura 1 esquina con Miguel Benzo Ciudad Jardín, este será nuestro segundo punto de venta).
Nos dedicamos a la comercialización de productos ecológicos, artesanales y de comercio justo. En nuestro proyecto también está integrada la formación de consumidor@s, así como el compromiso social y medioambiental con colectivos afines en la ciudad, y el desarrollo de proyectos con entidades locales con el mismo fin, Ayuntamiento, Diputación, centros escolares…
¿Cómo y cuándo nace Almocafre? Nace 1994 de la mano de un grupo de personas pertenecientes a ecologistas en acción y alumnos de la catedral de Sociología para el campesinado de la Universidad de Agrónomos en Córdoba. En su proyecto de desarrollo para el consumo interno del producto ecológico, se vinculan la producción y el consumo.
¿Cuánto tiempo llevas tú en Almocafre? Desde que se inició el proyecto de 1994. Inicialmente como voluntaria y después de seis años como trabajadora del proyecto.
¿Tienes algún cargo de responsabilidad? Gerente
¿Cuántas mujeres formáis parte de Almocafre? Trabajadoras 4. Consejeras del Consejo Rector 4
¿Cómo integráis la perspectiva feminista en vuestro negocio? Afortunadamente nos encontramos en un espacio de reconocimiento y de integración al 100% de la figura femenina con un entorno cultural de privilegio en este sentido.
¿Cómo os ha afectado la pandemia? (Principales problemas o dificultades a los que os enfrentáis y qué cambios ha supuesto la situación de la pandemia) La pandemia ha incrementado el volumen de trabajo en Almocafre, ha sido un momento en el que la sociedad ha hecho un cambio en la mirada a favor de la salud y el medio ambiente, eso hace que nuestro proyecto haya crecido esta última etapa.
¿Crees que las mujeres os habéis visto especialmente afectadas por la crisis? Considero que no soy una persona de referencia para opinar ya que me desenvuelvo en un entorno favorable desde el punto de vista de género.
¿Qué papel crees que juegan las mujeres en el camino hacia la sostenibilidad, el consumo responsable y la lucha contra el cambio climático? Un papel muy importante y a lo largo de los tiempos de hecho han sido las mujeres las pioneras en la transformación de las producciones convencionales a ecológicas, el espíritu de conservación y el sentido del respeto de las generaciones futuras hace que se hayan sensibilizado mucho antes por el cambio, por otro lado entiendo que jugamos un papel muy importante la formación de la descendencia.
¿Por qué debemos consumir productos de Comercio Justo? Es el mínimo grano de arena que podemos poner en nuestro paso por el sistema, el apoyo a países en vía de desarrollo como poco, el consumo de productos de comercio justo es una responsabilidad y una obligación ciudadana.
¿Qué te gustaría visibilizar este 8 de marzo? Un consumo responsable digno y saludable, sostenible limpio y sano. Cuando consumo voto y digo hacia dónde quiero caminar.
Elena, productora de Comercio Justo
Comunidad de Baldalopaxi
Productora de quinoa de Ecuador, presidenta de una comunidad que integra 865 familias productoras de Comercio Justo y a través del cual han conseguido la puesta en valor y la integración de las mujeres en los procesos de toma de decisiones sobre la comercialización de sus productos.
“En el Comercio Justo lo importante es el precio justo, porque cuando no teníamos la posibilidad de que nos paguen un precio justo en nuestras comunidades éramos marginadas. Los negociantes pagaban lo que querían ellos. En cambio, ahora gracias al Comercio Justo tanto el precio justo como la capacitación nos ha ayudado mucho, nos ha abierto la mente, especialmente a las mujeres”
Entrevista Completa
¿Cómo se llama tu cooperativa? ¿Dónde está? ¿Cuántas familias forman parte de ella? ¿A qué os dedicáis? ¿Cómo se cultiva? ¿Se trata de una agricultura ecológica? Mi nombre es Elena Coro, soy de la comunidad de Baldalopaxi, de la parroquia Colombe, provincia del Chimborazo. Nuestra comunidad está formada por 865 familias dedicadas todas a la agricultura y la ganadería. En mi comunidad nos dedicamos a la producción de cereales y la ganadería. Producimos de manera orgánica para cuidar la madre tierra, no queremos contaminar mucho la naturaleza, además de la salud nuestra, de los humanos. Si nosotros estamos tratando mal a la naturaleza, fumigando, también afectamos nuestra salud.
Me dedico al cultivo de la quinoa, para ello lo primero que hacemos es el abono orgánico. Para combatir algunas enfermedades utilizamos recetas que nosotras elaboramos con ají, marco, chilca, etc. La naturaleza está acostumbrada a funcionar así.
¿Cuánto tiempo llevas en tu cooperativa? ¿Tienes algún cargo de responsabilidad? Nuestra organización lleva funcionando por más de 10 años. Como mujer he estado al frente en la comunidad para que las mujeres también demostremos que somos capaces de administrar la comunidad y nuestras familias. Gracias a la comunidad y a mi familia, estoy de presidenta, lo cual es lo importante, porque nosotras como mujeres estamos ya en esos espacios, demostrando que la mujer también tiene esa capacidad de trabajar y estar al frente de la comunidad.
Principales problemas o dificultades a los que os enfrentáis en vuestra comunidad. ¿Cómo os ha afectado la pandemia del COVID? ¿Y cómo lo habéis enfrentado? Por la pandemia nosotras hemos tenido bastantes dificultades. Nosotros vivimos por nuestros productos y la pandemia ha bajado los precios de todos estos productos. Además, en las zonas rurales no tenemos dinero para ir hacia los hospitales y las clínicas, porque nos querían sacar mucha plata que no tenemos. Por tanto, no podemos salir, ni nuestros hijos. Estamos muy preocupadas de que puede pasar si nos contagiamos, a donde nos vamos a curar, qué hacemos y con qué dinero.
La situación de los niños nos ha afectado mucho, como padres y madres estamos muy preocupados porque el estudio virtual nos está afectando mucho, no tenemos internet para las clases. Es un gasto tremendo todo lo que se necesita para el estudio virtual, sacar copias, hacer muchos deberes, etc. Nosotros aquí en la comunidad, no hemos tenido ningún apoyo de las autoridades. Hemos tratado de cuidar más a los niños, las mujeres… hemos hecho intercambios de nuestros productos con las comunidades vecinas para así poder prevenir enfermedades al ir al mercado a vender.
¿Cuántas mujeres formáis parte de la cooperativa? ¿Qué papel tiene la mujer en tu cooperativa? ¿Ocupan cargos de responsabilidad? ¿Se han visto las mujeres de tu comunidad especialmente afectadas por la pandemia? ¿En qué sentido? En la comunidad somos 865 familias y por lo cual somos 420 mujeres. Las mujeres hemos asumido cargos de presidenta, vicepresidenta, secretarias, etc. Eso es lo importante porque así nosotras también tenemos la posibilidad y demostrar la capacidad de valorar lo que nosotras también pensamos y así es lo que nosotras queremos demostrar, que sí podemos, que somos capaces.
¿Qué supone para ti y tu comunidad el Comercio Justo? ¿En qué ha mejorado, en caso de que lo haya hecho, tu vida? (Prima / Precios / Nuevos mercados…) En el Comercio Justo lo importante es el precio justo, porque cuando no teníamos la posibilidad de que nos paguen un precio justo en nuestras comunidades éramos marginadas. Los negociantes pagaban lo que querían ellos. En cambio, ahora gracias al Comercio Justo tanto el precio justo como la capacitación nos ha ayudado mucho, nos ha abierto la mente, especialmente a las mujeres, y nos ayuda a saber hacer mejor el comercio y conocer los precios justos. Eso es lo que nos ayuda a mejorar la situación económica en las familias. También ha ayudado a generar un valor agregado a nuestro trabajo.
¿Qué cambios crees que ha supuesto el Comercio Justo para la integración y participación de las mujeres en la cooperativa? ¿Y en vuestra comunidad? Sí, las mujeres hemos participado en todos los aspectos de la producción. Las mujeres estamos en todo, en el terreno, en los cargos de las comunidades, a nivel parroquia y provincial también. También hemos sido capacitadas, al formarnos y tener la posibilidad de la capacitación se nos ha hecho parte en las decisiones sobre los cultivos.
¿Por qué debemos consumir productos de Comercio Justo? Porque nosotros producimos orgánicamente y por la salud. Esto es primordial. Si nosotros estamos produciendo con químicos, hay mucha gente que está muriendo con enfermedades. Hay que pensar en nuestra salud y en la de nuestra madre tierra, porque si estamos produciendo con químicos estamos haciendo enfermar a la madre tierra, a los humanos, nuestros niños… Ademas detrás de estos productos estamos mujeres que luchamos día a día en el terreno para mejorar la salud, frente a otros productos que nos enferman y que luego no tenemos plata para pagar.
¿Qué te gustaría visibilizar este 8 de marzo? Me gustaría reclamar que tenemos derechos; las mujeres también debemos ser reconocidas porque día a día estamos en nuestros terrenos, labrando la tierra, cosechando… y tenemos derecho a ser reconocidas como mujeres campesinas, indígenas. Las mujeres somos personas humanas y también debemos tener derecho a la participación.
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